INTRODUCCIÓN
El campo del pensamiento nacionalista se caracteriza por su intermitencia y marginalidad política en la historia chilena. El anticomunismo ha sido más constante, por exceder a un grupo político concreto, y fue muy visible en el periodo de González Videla, cuando el Partido Comunista accedió como parte de la alianza de gobierno (Díaz Nieva, 2018a: 145-165; Díaz Nieva, 2018b: 167-202). No obstante, en diferentes orientaciones, estas posturas han tenido influencia intelectual y política, aunque han fracasado en lo político. Las consideraciones de este tenor suelen referir a una exaltación del territorio y a ciertos rasgos identitarios.
En este caso, nos preguntamos acerca de un intelectual y diplomático anticomunista y nacionalista, Raúl Bazán, que tuvo un momento de convergencia, tan breve como intenso, con el régimen militar de Pinochet entre los años 1973 y 1976. Como es obvio, sus posturas permearon el discurso territorial y especialmente las relaciones con Argentina. Sorprendentemente, avizoró las repercusiones de la Convención del Mar y planteó dilemas no resueltos en la política exterior chilena. Fue un disidente de la orientación oficial, posicionándose críticamente respecto a la solución de Juan Pablo II ante los gobiernos de Chile y Argentina, y sostuvo que no había límite marítimo definido con Perú. De hecho, en el caso del contencioso en La Haya fue el único chileno citado en el alegato de Lima a propósito de un documento suyo de 1964 (véase resumen de alegatos: La fase oral del litigio Chile-Perú en La Haya. 14 de diciembre de 2012. Cooperativa.cl).
Si bien sus posturas fueron marginales a la conducción de la política exterior, son representativas de sectores que avizoraban a Argentina como un peligro y que nutrían posiciones nacionalistas. Por otro lado, Bazán participó de las revistas Estanquero, Hoy y Ercilla, pero, sin duda, la mayor connotación política estuvo en la primera de las mencionadas, que se publicó entre 1946 y 1954. Esta revista tiene un lugar propio, con su discurso autoritario y moralizador contrario a los gobiernos del Partido Radical, y esperaba una renovación política con un modelo corporativo. Mario Barros van Buren, años después, escribió la historia de la revista en su discurso de ingreso a la Academia Chilena de la Historia. Estanquero nació decía el autor, como parte del escozor que significaba la llegada al gobierno de miembros del Partido Comunista en 1946, en la alianza que condujo a la presidencia a Gabriel González Videla (Barros van Buren, 1997: 337). Jorge Prat, su fundador, caracterizó como un “accidente” el anticomunismo que dio lugar a la publicación, pues la crisis, que era moral, radicaba antes en los partidos y en la falta de espíritu nacional (Fariña, 2019: 122-123), cuyo programa espiritual se traducía en un sistema corporativo, como demuestra Fariña (2019: 126-131). La publicación y él apoyaron la candidatura del ex Presidente Carlos Ibáñez del Campo, quien representaba ese ideal anti partidos y anti liberal. La publicación promocionaba como postura la doctrina portaliana, que consistía en una percepción de gobierno civil autoritario, basado en la ley, y convergente en la afirmación de la nación frente a los partidos y la corrupción, además de un marcado anticomunismo en un periodo durante el cual parte de la alianza gubernamental de los radicales contempló, en un momento inicial, a los comunistas.
Hay elementos que provienen, evidentemente, de la nostalgia de los derrotados en la II Guerra Mundial. Así lo escribió el mentor de este grupo, Jorge Prat Echaurren, en su libro Jonathan Laski, corresponsal de guerra. Junto a esta figura se unieron varios autores, entre ellos Raúl Silva Castro, escritor, Mario Barros van Buren, Jorge Berguño Barnes y Raúl Bazán, estos tres últimos, diplomáticos. Barros van Buren fue director de la Academia Diplomática bajo Pinochet y fue rechazado en 2004 por el gobierno de Estados Unidos como embajador, porque se le consideró antisemita. A él se le debe la Historia diplomática de Chile 1541-1938 (1970), texto importante sobre este tema, y muchos otros escritos. Por su parte, Berguño fue un destacado autor y especialista en estudios antárticos: en su nombre se otorga un premio de la Asociación Chilena de Diplomáticos a investigaciones sobre ese tema.
Para escribir este texto se han tenido en cuenta libros y recortes de prensa (algunos de origen familiar) de este personaje público, diplomático y polemista. En base al análisis documental se identifican sus ideas matrices y la forma de perfilarlas en el contexto del pensamiento nacionalista chileno. Las ideas de Raúl Bazán tuvieron una breve pero importante convergencia con Pinochet en el marco del golpe de estado de 1973 y su defensa, pero, tras 1976, Bazán pierde esa conexión al salir del servicio exterior. Con posterioridad fue un crítico de la gestión papal y de las decisiones de la Cancillería que respaldaba Pinochet. Sus críticas tuvieron cierta resonancia en medios de comunicación como una voz aislada de disidencia en el régimen.
La carrera de Raúl Bazán fue larga. Nació en Santiago en 1913, “estudió en el Colegio de los Padres Franceses y después Derecho en la Universidad Católica, obteniendo su título de abogado en 1946 tras la aprobación, con distinción máxima, de su tesis, la que incluso fue premiada por el propio Colegio de Abogados. Como profesional, fue Fiscal de la Caja Nacional de Ahorros y del Banco del Estado”. Escribió en las revistas Estanquero y Hoy y fue traductor de libros en la editorial Ercilla. Fue presidente del Instituto de Cultura Hispánica en Chile y titular de este en España en 1963. En 1954 ingresó al servicio diplomático; fue embajador de Chile ante Brasil entre 1954 y 1961 bajo los gobiernos de Carlos Ibáñez y Jorge Alessandri. Durante sus años de embajador, en dos periodos presidenciales chilenos, Bazán informó acerca de la geopolítica brasileña, más consistente, en su opinión, que la política interna. En esos años, describió el ascenso de Brasil, que primero rivalizaba con Argentina y luego se enfocó directamente en Estados Unidos como interlocutor. Alertó que la “amistad” con Brasil era ficticia y que solo se agitaba en tiempos de confrontación con Buenos Aires (Soto, Núñez y Garay, 2012: 112-162). Apoyó el Proyecto Panamericano que insertaba a Brasil en la región y luego advirtió que un golpe militar pondría a la izquierda en un primer plano (Soto, Núñez y Garay, 2012: 149). Esos informes demuestran que su óptica principal, la internacional, estaba bastante ajustada a la realidad y no se percibían mayores preferencias políticas. “También fue ministro consejero y asesor político de la Cancillería, en la embajada de Chile en España” (Raúl Bazán Dávila, abogado y diplomático. 12 de agosto de 2007. El Mercurio). Estuvo destinado en Israel en 1970. Fue representante ante Naciones Unidas, pero poco después de su designación renunció voluntariamente en 1976. No volvió a tener designaciones públicas.
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